26.12.17

Los pliegues del tiempo…

He aquí dos modos de eternidad, dos dioses de lo eterno:
Kronos: el eterno nacer y perecer; y Aión: el eterno estar y retornar, lo que hay entre nacer y morir. Entre nada y nada. Lo pleno. Kronos: La duración. El espacio de tiempo que hay entre la vida y la muerte; y Aión: el tiempo pleno de la vida sin muerte. Kronos: El presente con su pasado y su futuro (yo me acuerdo de…, lo que voy a hacer mañana…, lo antiguo pasado de moda, lo novísimo deseado y, en cuanto sale, ya muerto); y Aión: el pasado-futuro independientes del presente. Un pasado futuro que es una antigüedad como la griega, que transforma cada vez que aparece y no tienen nada que ver con lo que fue Grecia realmente.

Pero Kairós es un Momento-lugar único e irrepetible que no es presente sino siempre está por llegar y siempre ya ha pasado. Que nos sobrevuela. Un tiempo que podemos intentar violentar y medir, pero al que nuestras medidas abstractas no le afectan pues tiene su propia medida cada vez.
El kairós, el instante. Es un tiempo, pero también un lugar, un espacio distinto del espacio de la duración o del recorrer las manillas del reloj. Lugar-tiempo donde se nos arrebata de Kronos y se nos sitúa en Aión. Es el Acontecimiento. Aquello respecto a lo cual siempre vamos detrás. Lo que hace aparecer el tiempo puro o Aión en medio de kronos, violentando la normalidad de kronos y haciendo que todo cambie.

Kronos, el tiempo cronológico. Kairós, el tiempo de la oportunidad. Aión, el tiempo circular.

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